

(Foto: Cuartoscuro)
¿Realmente será tanto el amor por el servicio al pueblo lo que motiva que los políticos de unos y otros partidos busquen la unidad para los comicios del 2018?, ¿el PRI abrirá la posibilidad de candidatos externos porque le apuesta a la democracia y a la inclusión o porque se siente perdido entre el naufragio de la política peñista?, ¿alguien puede ser tan ingenuo para creer que la señora de Felipe Calderón está capacitada y tiene el imán popular para ser presidenta de la República?, ¿AMLO será tan torpe para permitir que haya individuos de muy mala reputación en su proyecto rumbo hacia Los Pinos, al estilo de caballo de Troya? Todos entendemos que la política es un juego de manipulación, de traición, de egoísmos, de soberbia, de ambición, y desde luego de dedicación, amor y sacrificio para los menos, pero también sabemos que la política es una práctica necesaria y adyacente a la propia humanidad, imposible de sacudir, inviable de desterrar, de modo que no es tan práctico olvidarse de ella, más bien debemos reflexionar cómo vivir mejor a pesar de ella.
Cuando alguien se mete a la red que busca el poder en pro de las mayorías o en pro de uno mismo o de grupos es eminente comprender que en México, como en la mayoría de los países, existe todo un sistema que se adjudicó la capacidad de organizar los comicios, lo peor de todo es que lo han hecho de forma tal que todo lo relacionado con ello debe pasar por su tamiz o valoración, en nuestro país se abrió la figura de candidato ciudadano pero por desgracia muy pocos han sido auténticos candidatos ciudadanos y los filtros son bastante complicados por obra y gracias de los mismos institutos políticos, que abrieron la rendija de otro topo de participación pero tan acotada que no ha tenido el impacto que se esperaba, aunque es justo reconocer que todo está en ciernes y deberá perfeccionarse.
Están en puerta las elecciones de 2018 y hay dos fenómenos determinantes que han hecho modificar ciertas costumbres o prácticas de los destinos partidos que tienen un hambre de poder bastante pronunciada. El primero, la debacle total del Revolucionario Institucional por la incompetente administración de Enrique Peña Nieto, misma que nació con mala estrella pues sobre ella está el fantasma del fraude. No sólo nació con problemas, sino que su desarrollo fue y ha sido muy desafortunado, tiene el índice de aprobación popular más bajo que cualquier antecesor, incluido el torpe periodo foxiano; ante dicho escenario los propios priistas saben que la gente los repudia y sabe perfectamente que ganaron en el Estado de México gracias a uno más de sus mega fraudes; todos sabemos que el estado de Coahuila finalmente fue negociado, y el segundo fenómeno: todos tienen gran preocupación por la fuerza que Morena de López Obrador ha alcanzado y todas las encuestas lo tienen encumbrado, aunque al rato esas mismas pueden ser manipuladas y podrán presentar otros escenarios. Por ambas situaciones, la debacle peñista y el factor López Obrador, los tricolores han resuelto permitir que un candidato externo los abandere como puede ser el propio José Antonio Meade, que ha recorrido secretarías de Estado en los tres periodos presidenciales próximos pasados, no se arriesgarán a lanzar a Osorio Chong porque la seguridad y la paz social están por la calle de la amargura, no aventarán a Aurelio Nuño porque ni tiene el perfil ni contagia a las masas y tendría al magisterio nacional correteándolo en cada acto de campaña; de Videgaray ni hablamos porque mucho del proyecto peñista está diseñado por él mismo. Apostamos a que ninguno de los últimos tres mencionados sería garantía de triunfo. Así que Meade será el candidato del PRI, abalado por el partido verde y por Nueva Alianza, quienes dicen que tendrán su propio candidato, pro no será así ya que seguirán siendo incondicionales del tricolor; porque las circunstancias lo requieren y porque las conveniencias así lo exigen.
Mientras el PRI hace mesas regionales con temas para ellos de importancia, con el resurgimiento de Manlio Flavio Beltrones (¿otra vez?), mientras predica la unión entre ellos mismos, aunque se están dando hasta con la cubeta, distintos partidos encabezados por el PAN y por el PRD, con sus actores distinguidos, están llamando a un Frente Nacional, donde todas la personalidades tengan la posibilidad de ser incluidos, han llamado a la unidad, hablando tan bonito que la verdad por poco conmueven y convencen a Vivilladas, pero la verdad es que todos sabemos que tienen varias intenciones: ganar la Presidencia de la República tal y como han ganado otras gubernaturas, mantenerse en el poder a grandes alturas y por eso han hecho alianzas entre sin importar posturas ideológicas o coludidos con Peña Nieto, anhelan repartirse el pastel porque el PRI se queda con el Estado de México y ellos con Coahuila, y todos juntos harán la vida imposible a López Obrador porque es obvio que El Peje está juntando todas sus canicas y que por supuesto podrían alcanzarle para llevarse el triunfo en la próximas elecciones, de ahí la preocupación de sus adversarios y las alianzas convencieras. Para nadie es un secreto que las coaliciones ambicionadas son alianzas contra El Peje.
Es muy sencilla la apuesta, si no gana el PRI buscarán que gane el frente nacional, al fin y al cabo todo queda entre cuates, todo puede suceder menos que gane López Obrador, mismo que ha hecho que el fenómeno de Venezuela lo tengamos presente todo el día en los medios de comunicación, porque nos han vendido la idea de que el Peje es igualito que Maduro, ¿el gobierno e incondicionales pensarán que la gente es ignorante para comerse este cuento? Por otro lado y en el mismo tenor, al delegado de Tláhuac, por la amistad que supuestamente tiene con cierto narcotraficante, lo traen todos los días en jaque, maximizan el problema porque de cierta manera tiene relación con El Peje, quieren hacer creer que dicho delegado es el problema del narcotráfico en la Ciudad de México cuando en cada delegación hay cárteles que representan varios grupos delictivos y el gobierno federal, que tiene la obligación de atacarlos, hace caso omiso, no pueden con ellos, son ignorantes o de plano hay acuerdos ocultos, pues sabemos que la corrupción no tiene límite alguno.
De modo que el baile de 2018 cada día está más cerca y se pone candente, tan candente como los apoyos que López Obrador ha recibido por doquier, principalmente de liderazgos del PRD, de empresarios (para que no se asusten que pasará lo mismo que en Venezuela o en Cuba), de académicos y artistas; lo malo es que entre ellos existen elementos que son considerados no gratos, como Peña Nieto en Chiapas, que no deben ser aceptados, porque en lugar de ayudar pueden entorpecer, uno de ellos es Leonel Godoy, quien contribuyó en gran medida a dejar a Michoacán en la ruina, una ruina que Silvano no ha sabido ni ha podido recomponer pero sí sueña con ser el candidato del frente nacional. Comprendemos que todos tienen su corazoncito, pero también comprendemos que deben existir la cordura, la prudencia y la sabiduría a la hora de tomar decisiones no sólo en la política, sino en la vida en general.
Winston Churchill explicó: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo", y Louis Dumur, escritor suizo de origen francés, advirtió: “La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos". En México no tenemos ninguna duda de ello.
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