
De buenas a primeras, como por arte de magia, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación tuvo la “osadía” y la “vergüenza” para “presionar y obligar” a la autoridad federal a revisar todo un conjunto de inconsistencias educativas y atrocidades laborales que tiene la mal llamada Reforma Educativa. Resulta que hasta después de varios meses, los líderes del sindicato oficialista, desde luego incondicional, se dieron cuenta de que en la multicitada reforma existen graves anomalías y una serie de planteamientos que dan al traste con la tranquilidad y certidumbre del gremio magisterial; por lo tanto, “exigieron y aplazaron” a la Secretaría de Educación Pública y a la de Gobernación para hacer una revisión inmediata y que se hicieran los ajustes necesarios. ¿Pues a quién quieren engañar? Los dirigentes del SNTE siempre supieron de las barbaridades que deseaban hacer en contra del magisterio nacional y estuvieron cruzados de manos para no defender a sus agremiados, es más, el SNTE era uno de los interlocutores y activistas preferidos del propio gobierno pues expresaban a diestra y siniestra que el nuevo engendro educativo era lo ideal para una educación de calidad y que respetaba los derechos del trabajador. Mentían a todos los maestros, incluidos a quienes confiaban en ellos, pero ahora se desgarran las vestiduras en favor de los sindicalizados, pero se las desgarraron en vano porque nadie les cree dicho cuento ya que varios fueron los motivos para que asumieran esa teatral e hipócrita postura.
Durante meses, el pueblo de México ha vivido y sufrido las calamidades que provocaron la sinrazón, la insensibilidad y la ausencia de pericia política del gobierno federal que tuvo en la CNTE y en organizaciones afines un ejemplo de lucha, de sacrificio y dignidad en defensa de sus derechos laborales; no sólo eso, lastimosamente tuvo que caer gente inocente en Oaxaca para que abrieran las puertas del diálogo, un diálogo que de haberse realizado con tiempo hubiese regalado mayor tranquilidad tanto a la sociedad como a los maestros y a la propia clase política que enmudeció ante la agitación social pero que gritaba por la supuesta barbarie que ejercía la disidencia magisterial, cuando ellos no son la causa, sino el efecto de un maquiavélico juego que tenía (y tiene) como propósito no una educación de calidad, no la atención primordial para los niños y jóvenes, sino desterrar conquistas laborales, desarticular sindicatos y dejar vía libre hacia la privatización de la tarea educativa. Ante dicho escenario, el SNTE únicamente servía de emisario y operador del gobierno que tiene en Aurelio Nuño a un capataz soberbio, que ante el inicial triunfo de los trabajadores de la educación ha visto caer su arrogancia y su aspiración rumbo a la silla presidencial.

(Foto: Disse)
Muchos fueron los gritos de apoyo a los mentores, varias las voces de intelectuales que con argumentos precisos debatían en contra de la reforma en cuestión; desplegados y hasta manifestaciones de nobles catedráticos se conocían por todo el territorio nacional, al igual que decenas de opiniones que aparecían súbitamente en las redes sociales ante el silencio y manipulación de medios de comunicación comparsas y cómplices del gobierno.
Ante el movimiento magisterial la clase política se cimbró, no sólo hacemos referencia a quienes fueron los culpables de esta sacudida y que ahora son exhibidos como incapaces, sino a los líderes partidistas que tuvieron la oportunidad de abanderar una causa justa y de corregir lo consensuado con sus representantes en el Congreso y que sin embargo prefirieron observar cómo México se estaba desmoronando más de lo que ya está. Mejor optaron por criticar la disidencia, por mencionar que la ley no se negocia como si ellos fueran tan respetuosos de ella; en cambio, Andrés Manuel López Obrador, con la rebeldía, la habilidad y la sagacidad que lo caracteriza, hizo suyas las demandas magisteriales, hizo propuestas, promulgó desplegados y convocó a una marcha de Morena en la Ciudad de México que reunió a decenas de miles de simpatizantes, de organizaciones y de maestros, convirtiéndola en una monstruosa manifestación que alertó al propio gobierno y puso a temblar a otros institutos políticos que veían cómo Andrés Manuel acrecentaba su capital político rumbo a las elecciones presidenciales, porque nadie puede negar que la afinidad de El Peje llevaba un rédito electoral que bien puede darle resultado.
De modo que el diálogo entre la SEP y el SNTE es una burda estrategia para disimular el fracaso de Nuño y de Peña Nieto ante la obstinada negativa de abrir un diálogo y revisar varios puntos cuestionados, además busca, sin fruto alguno, reposicionar al Sindicato Nacional que dirige por designio oficial Juan Díaz de la Torre y que tiene en cada seccional de la República a otros tantos incondicionales que poco les importa el bienestar del magisterio, tampoco les interesa que en estados como Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Chihuahua, entre algunos más de tradición institucional, los maestros se revelaron porque a final de cuentas iban a padecer los sobresaltos de la reforma. La lucha gremial estaba a punto de colapsar a la nación y esa factura habrá de endosarla al gobierno federal y a partidos políticos mudos que tienen en Mexicanos Primero y en organismos internacionales su máxima jerarquía.
Ahora resulta pues que todos sabían de lo injusto e incoherencias de la reforma, ahora resulta que todos los sectores estaban en favor del diálogo, ahora resulta que el sindicato oficial quiere ser ungido como justiciero de sus agremiados, ahora resulta que Aurelio Nuño, Osorio Chong y Peña Nieto estaban abiertos a la conversación, que los legisladores mudos y sordos por fin abren la opción a modificaciones pertinentes, ahora resulta que hasta Mexicanos Primero sugiere una revisión; pero nadie de ellos le da crédito a quienes hicieron posible que los engaños de la reforma se estén tambaleando: a los maestros que lucharon con decoro, que soportaron desvelos, cansancio, hambre y hasta ofensas del pueblo, pero que hoy deben ser aplaudidos al enseñar que, por imposible que parezca, la unión, la dignidad y el sacrificio en favor de las causas populares tarde o temprano tienen su recompensa. ¿Cuántas luchas faltarán para regresar la paz, el progreso y el bienestar social a un país tan lastimado, tan olvidado como el nuestro?
Vivilladas dice: “En el diálogo la puerta hacia el éxito apenas está entreabierta, cuando se logren desterrar, por ley y por acción, los absurdos de la Reforma Educativa, podremos decir que esa puerta, que también representa el honor y la razón, finalmente podrá retratarse con la silueta de par en par”. Otra lucha está por comenzar.
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