

(Foto: Especial)
Puedo asegurar que la mayoría de los ciudadanos mexicanos que actualmente cuenten con 40 o más años de edad no han olvidado la noche del 6 de julio de 1988. Había terminado ya la tensa jornada para la elección de presidente de la República, los candidatos viables eran, por el PRI, el licenciado Carlos Salinas de Gortari; por el PAN, el ingeniero Manuel Clouthier, y por el Frente Democrático Nacional, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. La exaltación y entusiasmo eran palpables.
Para encontrar un entusiasmo parecido tendríamos que remontarnos a las épocas vasconcelistas. La posibilidad, al alcance de la mano, de sacar del poder al PRI era palpable. ¿Motivos?, muchos, la mediocre gestión de Miguel de la Madrid, el hartazgo por las décadas de prepotencia y corrupción priista, la poco atractiva imagen del candidato Salinas, pero sobre todo, por la conciencia de la capacidad de movilización ciudadana espontánea, visible en los días posteriores al terremoto del 85.
La votación nacional fue impresionante, pero la desconfianza en las instituciones electorales, sujetas absolutamente al PRI-gobierno, flotaba como manto ominoso.
Esa noche no dormíamos vigilando el televisor, cuando finalmente aparece, solemne, Jorge de la Vega Domínguez para anunciarnos, pomposamente, el "triunfo claro, contundente e inobjetable" del candidato priista Salinas de Gortari.
El coraje, que no desilusión, fue mayúsculo; las evidencias del gigantesco fraude, la "caída" del sistema ordenada por Miguel de la Madrid y orquestada por el siniestro Manuel Bartlett ya son historia. No vale la pena repetirlo.
Pero lo que quiero exponer hoy es: ¿quiénes fueron y dónde están actualmente los que diseñaron y ejecutaron ese megafraude? Juzgue el lector.
Tenemos a Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral el día de las elecciones de 88, encargado de operar el fraude, actualmente es una “blanca paloma” pues recibió las aguas del Jordán y ya es pieza de López Obrador como senador por la franquicia del PT y eso lo redime de todo pecado.
Arturo Núñez Jiménez, comisionado del PRI en la Comisión Federal Electoral la noche del 6 de julio de 1988, defensor de Salinas, feroz crítico del ingeniero Cárdenas. Núñez, el que llamaba “perras” a las diputadas del PRD cuando fue coordinador de la fracción del PRI. Actualmente es gobernador de Tabasco… por el PRD.
Enrique González Pedrero, director del IEPES y jefe de campaña de Salinas, ideólogo del salinismo, luego hizo berrinche porque no le dieron una posición alta a cambio sus lealtades al PRD, donde fue diputado y actualmente es pieza de AMLO.
Marcelo Ebrard, salinista de corazón, operador también del fraude del 88, luego importante asesor político de Salinas y legitimador del Tratado de Libre Comercio como subsecretario de Relaciones.
Ricardo Monreal, como diputado priista en 1988, fue de los más agresivos y violentos defensores de la victoria de Salinas; luego rompió con Zedillo porque le negó la candidatura en Zacatecas y en cuestión de segundos se hizo perredista.
Actualmente delegado en la Ciudad de México por Morena. Pedro Aspe, brazo financiero de Salinas y posteriormente asesor del gobierno perredista de Ebrard en el entonces Distrito Federal. Manuel Camacho, ya fallecido, gran “negociador” del megafraude por el PRI, después destacadísima pieza del PRD y AMLO.
A la larga lista de salinistas actualmente peones de López Obrador hay que agregar a Rolando Cordera, el cordobista Víctor Flores Olea y Federico Arreola, ese que pidió la reelección de Salinas porque había sido "el mejor presidente de la historia".
De Porfirio Muñoz Ledo poco se puede agregar a su pasado de saltimbanqui, ex presidente del PRI, ex presidente del PRD, embajador foxista ante la Unión Europea, parmista, petista, más lo que se acumule.
Como puede verse, la lealtad, fidelidad y congruencia no son precisamente atributos de los políticos.
Y en cuanto al lamentable estado actual del PRD después de sus graves desatinos y torpedeado por Morena, sólo podemos decir que ha sido un milagro que haya conservado su registro en la mayoría de los estados. Milagro, por cierto, favorecido por su alianza con el PAN.
Este es el actual PRD. ¿Valieron la pena el esfuerzo y los muertos?
Bertrand Russell y la religión, apuntes
A propósito de entelequias Freud y Marx
México, entre el odio y rencor social
La depresión y la vejez, un problema que se incrementa
PRI, el partido que nadie quiere
Inteligencia, Hitler y engañar con la verdad
Sectas, un fenómeno religioso y político
Elecciones aristocracia y kakistocracia
El señor López Obrador y la educación
López Obrador y su personalidad
Autoridad moral y las redes sociales
Paz a toda costa, ¿eso queremos?
Justicia, al servicio del poder
La objetividad y el periodismo
Incitatus, el Senado, el IFE y el PRI
Lectura, un hábito en extinción
Amanuenses, más vivos que nunca
Nicolás Chauvin, ignorancia y necedad
Cuando nos negamos a ver, el caso de la CNTE
Tomar decisiones. No todos pueden
Productos milagro, las ganas de creer
Nuestros impuestos (no) están trabajando
Tener fe, la justicia en México
Cocaína, heroína, éxtasis y tachas
Política, odio y resentimiento
Hablando de totalitarismo y mesianismo
Feminicidios, misoginia y machismo
México, su educación y cultura
IMSS, entre la hipocresía y la ineficiencia
IMSS, entre la hipocresía y la ineficiencia
Corrupción, un problema severo
Philip Roth, sus libros y la vejez
¿Son iguales todos los humanos?
Reflexiones sobre la ignorancia
Pemex, ¿petróleo de los mexicanos?
Fabula de la cigarra y la hormiga
Democracia y elecciones en Estados Unidos
Investigación médica, mentiras e Internet
La fábula del escorpión y la rana
Reflexiones sobre religión y ciencia
Cómo transformarse en un intelectual
Universidad Michoacana y la CUL
La democracia y los democráticos
Periodismo, sesgo y derechos humanos
Fanatismo y terrorismo, un peligro
El principio de Peter y los abogados
Un nuevo tropiezo, la CNTE en Michoacán
El “Justo Sierra” y la autonomía universitaria
La farsa de las terapias pseudocientíficas
La educación universitaria en México