
El 23 del pasado mes de marzo se cumplieron veinticinco años del asesinato del entonces candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio. Asesinato, que analizado a esta distancia guarda varias similitudes con el magnicidio de John F. Kennedy en 1963 en Dallas, Texas. De entrada, un solo responsable, uno solo, capaz por sí solo, sin ayuda de nadie, de diseñar, elaborar, preparar y ejecutar con éxito un plan para asesinar a una persona muy protegida. Acto seguido la detención casi inmediata de los supuestos responsables, Lee Harvey Oswald en el caso de Kennedy y Mario Aburto en el caso de Colosio. Posteriormente el oportuno asesinato de Oswald en las propias narices de la policía por un oscuro personaje de los bajos fondos, Jack Ruby, portador de un cáncer terminal de hígado que lo sacó rápidamente de este mundo e impidió toda posterior averiguación. En el caso Colosio la detención de una persona identificada como Mario Aburto y la presentación de lo que muchos afirman es otra persona que ni su propia madre reconoció, presentación que se hace posterior a una entrevista del supuesto Mario Aburto con Manlio Fabio Beltrones, entonces Gobernador de Sonora y Diego Valadez, entonces Procurador General de la República. Lo anterior hace que ciudadano común, proclive de por si a toda sospecha, piense que hubo una sustitución del personaje en algún momento del proceso.
Otra similitud es que, posterior al asesinato, se crea una comisión especial para investigar y esclarecer el crimen, en los EUA fue la Comisión Warren, en México una comisión creada ex profeso y que en su momento encabezaron, sucesivamente, Miguel Montes, Olga Islas, Pablo Chapa Bezanilla - el de la osamenta en la finca El Encanto y la vidente conocida como La Paca - y Raúl González Pérez. La conclusión tanto en la comisión Warren como en la comisión mexicana fue la misma; un asesino solitario que, solo y su alma, decide matar a Kennedy y en el caso mexicano un Aburto que un día, a falta de mejor ocurrencia, decide matar a Colosio.
Otra similitud, ésta más incómoda, es la muerte, en un lapso breve, de varios testigos claves, tanto en el caso Kennedy como en el caso Colosio. Se reportan más de treinta muertos de personas relacionadas con el caso Colosio, entre otros el Director de Seguridad de Tijuana y varios testigos clave. Nadie, que yo sepa, investigó a fondo esta extraña situación.

(Foto: TAVO)
¿Quién o quienes eliminaron a Colosio? Aquí es donde la imaginación del pueblo, sin confianza en nuestra Justicia, se desboca. Candidatos a responsables hay muchos, desde un cártel del narco rival del cártel "oficial" que le quiso mandar un duro aviso al Gobierno Federal; otros orientan sus sospechas sobre un resentido Camacho Solís, personaje que se sentía con la candidatura en la bolsa y nunca pudo digerir el que Colosio hubiera sido el elegido. También el imaginario popular ha culpado de este asesinato al entonces presidente Salinas, teoría que no se sostiene de ninguna manera; nadie más perjudicado con la muerte de Colosio que el propio Salinas, le asesinan a su delfín en una fecha, 23 de marzo, en que ya le era absolutamente imposible nombrar a un candidato de relevo, él deseaba a Pedro Aspe, pero tiene que conformase con el indeseable Zedillo, que había sido literalmente expulsado del gabinete para fungir como ayudante de Colosio. Ernesto Zedillo, quien pocos meses después se convirtió en su peor enemigo, encarceló a su hermano y exhibió públicamente a toda la familia Salinas como promotores del contrabando y traficantes de influencias. Lo orilló al destierro en Irlanda y en México era presa cotidiana de un linchamiento oficial. Su casi segura candidatura a presidir la OCDE se hizo humo.
De lo que sí fue responsable Salinas fue de tolerar, o hasta promover, un ambiente de encono entre Camacho Solís y Donaldo Colosio. No se supo que hubiera intentado firmemente corregir y controlar este enrarecido ambiente político en el país, bien sea poniendo más seguridad a Colosio, o reuniéndolos para aclarar las cosas, recordemos que ya para entonces la campaña la estaba ganando Diego Fernández de Cevallos.
¿Se aclarará algún día este crimen? No creo, ni con el cambio de partido en el poder se hizo algo. Fox prometió aclararlo, pero nada hizo; Calderón tampoco, Peña, menos y ahora López “tiene otros datos”.
Fiscales fueron, fiscales vinieron y ninguno avanzó más allá de lo que se supo la misma noche del 23 de marzo de 1994: Que Mario Aburto era un oscuro personaje, que compró un revolver Taurus, que supo que había un mitin en Lomas Taurinas y que, simplemente, se le ocurrió trasladarse allí para matar al candidato. Fin del cuento.
Todo francamente poco creíble.
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