
Si no hubiera Grito de Independencia oficial y tradicional como los que año con año proclaman alcaldes, gobernadores, cónsules y el propio presidente de la República, donde se hace mención a los héroes que nos dieron patria, por lo menos a los más reconocidos y a uno que otro inventado por conveniencia, por ignorancia o por no saber leer bien, ¿qué gritaríamos los mexicanos, simples mortales y víctimas de la corrupción y de la inseguridad que azota en cada rincón del país, entre otros milagritos que nos victimizan?, ¿qué expresiones diríamos para tener la auténtica independencia, libertad y soberanía de la que se hace gala en la noche del 15 de septiembre?, ¿qué exclamaríamos sin mancillar nuestros Símbolos Patrios que nos regalan identidad como pueblo?
Es verdad que los mexicanos pertenecemos a una cultura llena de costumbres, leyendas, anécdotas y usanzas, donde se ubica el famoso Grito, donde emergen la alegría, el orgullo y la celebración más representativa del país. Pero también es verdad que muchos quisiéramos escuchar otras consignas, motivaciones o anhelos son más que necesarios dadas las condiciones actuales que padecemos. Por ejemplo, diremos algunas en las cuales Vivilladas considera podríamos coincidir:
“¡Vivan la libertad, la seguridad, la tranquilidad y la armonía de todos los mexicanos!”. No estaría nada mal esta proclama ya que resulta inaudito que no tengamos libertad de movimiento ni en el día ni por las noches, que vivamos en la incertidumbre y con temor ya que resulta peligroso oponerse a grupos delictivos que nos tienen en un puño, que nos hacen vivir con miedo, que destruyen familias enteras provocando muerte, angustia, desolación y desplazamiento de un lugar a otro. Los secuestros, las extorciones, los robos, siguen siendo de los flagelos que más atormentan a la población; día a día somos testigos de noticas pavorosas cuando sale a la luz la aparición de muertos y desaparecidos asesinados en las condiciones más brutales e inhumanas, donde la edad, el status y la actividad económica de las víctimas son heterogéneas, además de haber sido encontrados en grupos con mensajes intimidatorios o de haber sido atacados en lugares públicos, todo por la garantía que la impunidad ofrece a los distintos malhechores. En la ciudad de Morelia, hace apenas dos días un joven paramédico, hijo de un matrimonio de doctores con amplio reconocimiento social, fue encontrado descuartizado, todo porque la familia no pudo pagar el rescate. ¿Qué tipo de corazón tendrán aquellos que no tienen límite alguno ni respeto por la vida de los demás? Decimos qué tipo de corazón porque es indudable que si la vida les pagara con la misma moneda con un hijo o familiar cercano fallecido en condiciones similares, por supuesto que su corazón, así de podrido como lo tienen, también lo iba a resentir. Este tipo de episodios quitan la tranquilidad, la paz, y nos exhibe como una sociedad malévola que no tiene respeto alguno por la vida de los demás. Y todavía los gobernantes quieren acallar los gritos diciendo que ya no existen los cárteles, que los muertos son reflejos de la riña entre bandas criminales, que sin duda ocurre, pero también los ciudadanos de buena fe son sacrificados sin remordimiento alguno.

(Foto: ACG)
“¡Vivan la igualdad y el derecho a la alimentación, a la vivienda digna, al trabajo bien remunerado y a la recreación familiar y social de todos los mexicanos!”. Sería fantástico que esta exclamación pudiera hacerse realidad, porque es claro que día a día es más difícil hacer frente a las necesidades básicas que tenemos como mexicanos en general y como michoacanos en particular. La brecha entre pobres y ricos, en lugar de hacerse más pequeña, es más pronunciada; los problemas para obtener trabajo bien remunerado se convierten en auténtica lotería porque estamos en una subeconomía que permite a millones de connacionales apenas subsistir, sin olvidar que el desempleo golpea como nunca a diferentes estratos sociales que tienen alimentación deficiente, viviendas diminutas y viven sin derecho a la sana recreación. Por otro lado, es obvio que si no hay ingreso familiar suficiente se abre un espacio peligroso que puede ser caldo de cultivo para la delincuencia que se encuentra al acecho de ello.
“¡Fuera los políticos corruptos que han saqueado a México y lo tienen en el tercer mundo, como país subdesarrollado, que venden nuestras riquezas nacionales para entregarlas a poderosos nacionales o extranjeros! ¡Muera la corrupción que no tiene límites, que ha bloqueado la posibilidad de un verdadero bienestar social!”. ¿Cómo no gritar esto sí es una burla que los encumbrados en la clase política saqueen las arcas nacionales, estatales y municipales, si es una vergüenza que día a día salgan noticias de las estafas que hacen sin pudor alguno y que en gran medida quedan protegidas por la arbitrariedad? Eso de que la que corrupción somos todos es una expresión justificadora que busca endosar a la generalidad de las personas lo que hacen unos cuantos que se aprovechan del puesto que han ganado, a la buena o a la mala, por unos cuantos que con todo el cinismo alegan que salen con las manos y los bolsillos limpios de sangre y dinero. ¡Vergüenza es lo que les falta y desfachatez lo que les sobra!
“¡Vivan la educación y los maestros a quienes el gobierno castiga y ha sacrificado para poder quitarle a la sociedad el derecho que tiene a la seguridad laboral y al retiro digno, atacando o debilitando sindicatos!”. Es que pareciera que no hemos comprendido que la estrategia del descredito a los maestros, que han sido orillados a la protesta, a las marchas, a la lucha en general que provoca ausentismo en las aulas, ha sido planeada desde hace años por quienes dicen preocuparse por la educación de la niñez, si por aquellos que han hecho del sistema una fábrica enorme de niños mal alimentados, de padres de familia estresados que en repetidas ocasiones encuentran refugio en los vicios para amortiguar sus penas impactando en el aprendizaje de niños y jóvenes estudiantes, mismos que en gran medida se les niega el acceso a la educación superior y que aquellos que logran llegar a estos niveles, engrosan las filas de profesionistas desempleados.
¡Viva la infalible democracia que no permita fraudes electorales, sobornos, que no compra votos de los pobres, que no se beneficia de la ingenuidad, que no utiliza los programas sociales para aprovecharse de voluntad de los ciudadanos! ¡Abajo los altos salarios de magistrados, de funcionarios federales y estatales, de los senadores y diputados que se reparten a discreción bonos y beneficios que lastiman ante la pobreza del pueblo en general! ¡Fuera el subsidio exagerado a los partidos políticos que tienen secuestrada la vida política del país! ¡Muera el abuso de funcionarios electorales que ostentan sueldos excesivos que lastiman a la clase trabajadora del país!
¡Viva la soberanía nacional, pero la que permite tomar decisiones autónomas en beneficio popular, que no se rinde a caprichos y tendencias extranjeras, que logra sacudirse monopolitos trasnacionales! ¡Vivan las empresas que tengan sabiduría para otorgar salarios dignos y prestaciones justas a sus múltiples trabajadores!
Estamos seguros de que existirán muchos gritos de Independencia más que el pueblo quisiera expresar, porque una cosa es el festejo y la algarabía y otra cosa muy distinta es estar ciegos y sordos ante la injusticia y anarquía que padecemos. México merece gobiernos y gobernantes probos y conscientes de la realidad que vive el pueblo, pueblo que en 2018 tendrá la oportunidad de dar un giro a la historia con grandes retos a enfrentar.
Benito Juárez advirtió: “La democracia es el destino de la humanidad, la libertad, su brazo indestructible”, y Guadalupe Victoria, primer presidente de México, expresó: “Cuando el pueblo salta sus barreras, casi ningún esfuerzo es bastante poderoso para detenerlo”. Felices Fiestas Patrias, pero también deben servirnos para reflexionar. Todos tenemos la palabra.
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