
La sabiduría popular nos dice que algunos temas no son precisamente los más adecuados para ser ventilados en algunos lugares. No porque sean algo malo por sí mismos, o de mal gusto; simplemente no es una buena idea sacarlos a relucir. Dentro de estos temas se incluyen la política y las creencias religiosas, temas en los cuales por lo general las personas tienen firmes opiniones, a prueba de bombas, invulnerables a todo razonamiento, producto de una serie de experiencias y enseñanzas que se remontan a la niñez y su entorno familiar.

(Foto: Cuartoscuro)
Transgredir estas recomendaciones puede llevar a incómodas situaciones; éstas se pueden dar en cualquier momento y en cualquier plática entre conocidos y otros no tanto; puede ser en un café, en el trabajo, en el lugar más inverosímil (un quirófano); al comentarse algún tema político sorpresivamente nos topamos con alguien que con vehemencia digna de mejor causa proclama su absoluto respaldo a "X" personaje que a nosotros nos parece impresentable. Tarde nos damos cuenta de las sólidas fobias de esa persona y su incapacidad para escuchar argumentos. Entonces el asunto se descompone pues no estamos frente a un simpatizante, sino un fanático. Y si esta persona, de manera exaltada descalifica a todos los no que piensen como él, estamos hablando de un intolerante con una gran carga de resentimiento social.
La denominación "resentido" aplica a una persona que guarda una intensa inconformidad, especialmente cuando ello influye en su vida habitual. "Resentimiento" es aquella sensación de rechazo o enojo hacia algo o alguien por sentirse perjudicado. Algunos lo definen como el enojo o enfado por algo. Pero otros son más específicos, sostienen que es un sentimiento especialmente doloroso, caracterizado por un rencor sordo, frecuentemente inconsciente, de envidia u odio impotente, que se manifiesta en críticas, comentarios o insinuaciones que desprestigian a la persona que es objeto del resentimiento (FCH, EPN, PRIAN, etcétera).
Este sentimiento se emparenta con el odio, sentimiento que, como sabemos, tiene afinidad con la venganza y la defensa de los intereses propios. Pero aclaremos, ¿qué es el odio? Sucintamente el odio es definido como un sentimiento negativo, de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa o situación, así como el deseo de evitar o destruir aquello que se odia.
¿Qué causa el odio? Darwin decía que sus raíces estaban en la venganza y en la defensa de lo que consideramos nuestros intereses. “Si hemos sido o esperamos ser agredidos por alguien (…) ese alguien nos será desafecto, y el desafecto se convierte fácilmente en odio”. Fromm coincide con la visión de Darwin: el odio surge como respuesta a la “amenaza (de alguien o de algo) a los intereses vitales de una persona.
¿Y cuáles son las características del resentimiento? Resentimiento es evocar un sentimiento de hostilidad contra una persona o personas que consideramos que nos han tratado mal, molestia que se siente cuando se habla de una determinada persona, incapacidad para perdonar, incapacidad de dejar pasar y olvidar; dolor emocional no resuelto que se siente cuando no se logra aceptar una pérdida; es el resultado de pensar que se fue víctima de un trato injusto (fraude), es el rencor hacia una persona o grupo que se considera que ha impedido lograr ciertos objetivos (les robaron la elección). En ocasiones el resentimiento se transforma en el motor y la razón de su vida.
¿Cómo lo podemos detectar? El resentimiento se manifiesta cuando la persona presenta hacia un individuo o grupo los siguientes datos: pone mala cara, escasamente disimulada, ante la presencia o mención de la persona objeto del resentimiento. Habla invariablemente con franca hostilidad o de manera degradante de él, ella o de ellos. Se refugia en un círculo de personas con similares características, leyendo sólo periódicos y revistas afines, sin poder entender que son medios que al manipular dolosamente las noticias retroalimentan la ira y resentimiento de sus crédulos lectores empeorando su ya incómoda existencia.
Y usted, amable lector, ¿conoce a algún resentido?
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