Para abordar en este espacio un tema delicado y complejo como es la ciencia de la literatura inaugurada por Alfonso Reyes en Morelia, como parte de su ensayística, el año de 1940, ahora quiero recuerdo que tiene su origen este tema en esta ciudad, al dictar en el Colegio de San Nicolás cuatro conferencias. El primer punto es ir a estos antecedentes y pasar revista a la nota preliminar de Ernesto Mejía Sánchez, preparada para la edición El deslinde, y leer con atención los juicios y datos que registra y tener presente asimismo a Reyes por su prólogo y recordar que éste fue publicado por primera vez en la primera edición de 1944 en El deslinde. En ese orden, lo mejor será anotar nuestras propias conclusiones y en el mejor de los casos declararlas provisionales, y en todo momento evitar afirmar que está agotado el tema.

(Foto: Especial)
Por esto es pertinente recordar que Reyes, en el año de 1939, ha retornado definitivamente al país. En este sentido quedan atrás aquellos días de su paso por la diplomacia. Regresa a México con una obra bajo el brazo y será su carta de presentación. Es ya reconocido por su trayectoria de escritor en España, Francia y Latinoamérica: sus ensayos gongorinos son un ejemplo de erudición y las ediciones filológicas de autores castellanos están visibles y publicó la edición del Poema Mío Cid para marcar con ésta lecturas claves para las nuevas generaciones; su poesía es una referencia obligada como bien ha quedado registrado en la Antología la poesía moderna mexicana (que firma Jorge Cuesta en las ediciones de la revista Los Contemporáneos). Su retorno a México genera los primeros frutos: apoya decididamente la revista Taller de Octavio Paz (y en ésta colabora María Zambrano, que por 1939 vive en Morelia impartiendo clases en el Colegio de San Nicolás) y por ser presidente de la Casa de España, en ese momento participa generando acomodo a sus amigos españoles que han llegado a México por la derrota en la Guerra Civil de la República española.
Reyes escribe en el prólogo a El deslinde: “Cuatro lecciones sobre la ciencia de la literatura, en el Colegio de San Nicolás, Morelia, entre mayo y junio de 1940, –y agrega– han sido la ocasión de este libro”. Por su parte, Mejía Sánchez confirma en 1963, más de 20 años que ha sucedido lo de Morelia, que “con el presente volumen –escribe en la nota preliminar al tomo XV de las Obras completas que tiene bajo su responsabilidad– se cierra todo un ciclo del ‘pensar literario’ de Alfonso Reyes”. Afirma en ese sentido: “El deslinde, en su día exaltado y vituperado, al correr de los años que remansan la opinión se perfila hoy como una de las obras mayores del pensamiento hispanoamericano”. Continúa la lectura: “Acogido –la obra El deslinde– de inmediato como texto en las universidades, citado por quienes se dedican a la teoría literaria”, y sentencia con conocimiento de causa: “Está a punto de aparecer traducido en varios idiomas europeos”. Lo que sigue anotando en su recorrido es la descripción y la historia editorial y confirmar que este tema fue para Alfonso Reyes una constante hasta su muerte.
La interrogante es si esta obra hubiera sido posible sin la visita entre mayo y junio de 1940 a Morelia. La ocasión fue más que precisa y oportuna: “Las lecciones formaban parte de los cursos sobre el siglo XX, primera etapa de la Universidad de Primavera Vasco de Quiroga. Además precisa la historia que encierra esa particular presencia recordando que “entre los actos con que celebró el IV Centenario de aquel Colegio, ninguno más atinado que la creación de esta universidad viajera…”.
Yo creo que esa realidad cultural y académica es determinante para la escritura de la obra y sin dejar de lado las conferencias que ya había dictado y aprovechando las notas como él dice al máximo, vuelve nuevamente al tema para dictar conferencias con el mismo tema ahora en el Colegio Nacional –noticia precisa de Martín Luis Guzmán y que recupera Mejía Sánchez– y aumentan las páginas, hasta que finalmente toma cuerpo El deslinde y sale en libro el año de 1944. Este tema lo hace estar presente en las polémicas, como en sus días sucedió con la ciencia de la literatura y por su voz hay que oír las implicaciones y dilucidar y recordar que este tema fue inaugurado por él al calor de su estancia en Morelia y que se prolongó por años, para terminar de establecerse como punto de referencia entre lector y público, autor y obra, y ser efectiva entre la ejecución verbal de las conferencias dictadas en el Colegio de San Nicolás y la existencia de la obra.
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