
Michoacán, desde hace algunas décadas, se ha caracterizado por fungir como sede de eventos internacionales de gran nivel, sólo por mencionar algunos vale la pena hacer referencia del Festival Internacional de Órgano, el Festival del Mariachi y desde luego el Festival Internacional de Cine. Dichos acontecimientos no sólo han impulsado la temática atractiva a la que abrazan, sino que también han impulsado el turismo y la economía de la entidad. Morelia está considerada como auténtica capital de la cultura por tan distinguidos acontecimientos, inclusive, sin que nuestras raíces motiven los siguientes comentarios, muy superior a Guanajuato capital, quien tiene en el Cervantino, una de las más grandes muestras culturales de la nación, reconocido a nivel mundial. No obstante, Michoacán abriga mayor cantidad de hechos culturales de jerarquía internacional que le han permitido el mote de la capital cultural de México.

(Foto: Cambio de Michoacán)
Debemos reconocer que los gobiernos, tanto local como estatal, se han sumado a la tarea de otorgar las facilidades y las condiciones para hacer de los diferentes acontecimientos una auténtica fiesta en cuanto a la calidad de los participantes y las propias participaciones en los diferentes festivales. Todo se ha conjugado con el calor humano que tenemos los michoacanos y las tradiciones y costumbres que nos han heredado nuestro ancestros y que hoy orgullosamente se preservan y, más aún, se comparten.
El Festival Internacional de Cine, en su edición número 14, no sólo ha superado con creces sus anteriores ediciones en cuanto a calidad de los filmes presentados, también ha sido así en cuanto a la presencia de los propios michoacanos que han puesto el lado humano y social en cada día del evento, asistiendo a sus múltiples actividades. Cabe resaltar que no es una presencia acartonada, seria o demasiado rígida, sino que han tendido la posibilidad de proyectar la emoción, la algarabía y, desde luego, el conocimiento que este tipo de eventos requiere, es decir que Morelia es una ciudad digna de ser anfitriona, como digna es su población y el cúmulo de presentes.
En esta ocasión la diversidad de películas de varias partes del mundo fue seleccionada con gran tino porque la temática y la calidad de las mismas han sobrepaso las expectativas, expectativas que para los amantes del cine hollywoodense podrían ser decepcionantes, ya que el festival cinematográfico moreliano tiene en sus cintas participantes un toque más puro, más limpio, más humano, sensible y además con alto grado de crítica social; o sea que las grandes explosiones, las ráfagas interminables de balas, los superhéroes a quienes nunca alcanzan los proyectiles y las resurrecciones tras recibir plomo o granadazos a granel nunca van a presenciarse, porque contrario a la Meca del Cine, que exagera acciones y efectos especiales, la filmaciones de este y otros festivales, tal como habíamos comentado, son menos sensacionalistas, pero en contraste, mucho más realistas.
Es interminable la lista de grandes estrellas de fama mundial que han pisado la sede de tan relevante festival. Este año los cinéfilos tuvieron la oportunidad de conocer a figuras mexicanas de la talla de Gael García, quien ha estado en otras oportunidades, y de Demián Bichir, o de invitados de honor Willem Dafoe, el málefico Duende Verde en la película del Hombre Araña, que fue la primera entrega en dicha saga reciente; además de Giada Colagrande y Audrey Tautou.
En esta ocasión se contó con el estreno mundial de Padre, película dirigida por la italiana Giada Colagrande; el festival cuenta con la presencia de Adán y Brontis Jodorowsky, de Alejandro Jodorowsky, Szabolcs Hajdu, que ostentará It’s not the time of my life, cinta ganadora del Gran Premio en el pasado Festival de Cine de Karlovy Vary; Sebastián Cordero, reconocido director ecuatoriano; Diego Galán, que presentará su nuevo documental Manda huevos; Antonio Echeverría y Alfonso Herrera, que lucirán la cinta El elegido; Jacques Toulemonde, que hizo presencia con Anna, y Clotilde Coreau, que demostrará Le Ciel attendra, de Marie-Castille, e Abel Ferrara.
Distintos actores han sentido la calidez de los michoacanos y la belleza típica de lugares turísticos que nos caracterizan, bueno, hasta Willem Dafoe en Pátzcuaro se puso a hacer tortillas ante el asombro de acompañantes, de curiosos y por supuesto de la señora que había prendido el fogón. Como ésta, hay un sinfín de anécdotas que se han vivido en los diferentes festivales de cine que ha tenido Morelia, la sede de un evento que se ha posicionado como número 1 en América Latina, muy por encima de Guanajuato y de Guadalajara; este año alcanzó un plus porque no sólo hubo estrenos internacionales, sino incluso hicieron y han hecho presencia estrenos de películas mexicanas y varios documentales michoacanos.
Si en otras ocasiones hemos criticado situaciones políticas, sociales y culturales que se viven en Michoacán y que no son nada convenientes ni aceptadas, ahora es justo otorgar un sencillo reconocimiento a este evento, a los organizadores y a las propias autoridades de los diferentes niveles de gobierno, por impulsar tan magnifico y reconocido festival, mismo que sin duda seguirá otorgando fama mundial a Morelia como digna sede de grandes eventos de talla internacional. Honor a quien honor merece.
Mercedes Sosa, afamada cantante argentina, en cierta ocasión declamó: “La cultura es lo único que puede salvar un pueblo, lo único, porque la cultura permite ver la miseria y combatirla. La cultura permite distinguir lo que hay que cambiar y lo que se debe dejar, como la bondad de la gente, el compartir una empanada, un vino... o lo que sea”; y dándole un tono también sublime, Annah Arendt, filósofa alemana, externó: “Cultura se relaciona con los objetos y es un fenómeno del mundo; la hospitalidad se relaciona con la gente y es un fenómeno de la vida”.
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