Segunda y última parte
En la colaboración pasada les compartí la primera parte de la microbiografía política de Marcelo Ebrard, que un servidor se atrevió a recrear.
Hablamos de sus inicios en las grandes ligas como secretario general del Departamento del Distrito Federal, hasta su candidatura a jefe de Gobierno por el Partido Centro Democrático, del cual era copropietario, perdón, cofundador. Los dejo con la segunda y última parte de la misma:
A partir de la adhesión de Ebrard a AMLO en la elección para jefe de Gobierno del año 2000, éste le dio cobijo político y administrativo, primero como asesor, posteriormente como secretario de Seguridad Pública, cargo del que salió bajo escándalo y que parecía, otra vez, la tumba política de Marcelo; pero no, su estrella volvió a brillar y de ser un defenestrado jefe policiaco paso a ser la cara bonita de la administración obradorista, ello como secretario de Desarrollo Social. Desde esta secretaría fue que retomó su viejo anhelo: ser presidente de México. El plan era sencillo, jefe de Gobierno en 2006 y presidente de la República para 2012, preferentemente que su nuevo protector le entregara la banda presidencial.

(Foto: TAVO)
La primera parte del plan se cumplió sin problemas, ganó por amplia mayoría la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, ahora venía la parte complicada, además de transitar bien por la administración y evitar el desgate propio del cargo, que era obtener la candidatura del PRD para presidente de México. Su escenario ideal no se pudo cumplir: Andrés Manuel había perdido la Presidencia y creía que la candidatura le pertenecía nuevamente.
Como todos sabemos, Marcelo Ebrard decidió hacerse a un lado en la disputa por la candidatura frente a AMLO, apostando a la victoria de éste para así retomar, otra vez, su proyecto presidencial. El trayecto sería el mismo que había visualizado 18 años atrás, primero la Secretaría de Gobernación y luego a la grande.
Andrés Manuel perdió y Ebrard está exiliado políticamente en París, se puede pensar que esta caída sí fue la definitiva, no se ve, aún, por dónde pueda resurgir. Lo intentó en 2015 a través de Movimiento Ciudadano y le fue impedido acceder a una diputación federal plurinominal. Sin embargo, nada está escrito en la historia de este hombre que nació con estrella, y aunque infinidad de veces esta ha dejado de brillar, siempre ha encontrado la forma de que recupere su luminosidad. Es tanta su estrella, que hoy día rumia su desgracia política paseando por Champs Élysées, cenando en el Thoumieux, con unos buenos vins de Bordeaux, mientras que los simples mortales transitamos por el infortunio político desde la incomodidad de nuestras necesidades.
Muchos han criticado la actitud que Ebrard asumió en 2012 al dejar pasar a AMLO cuando era su momento, señalan que fue tibio o prudente en exceso, probablemente fue una mala decisión política, pero también creo que pudo ser un acto de humildad y agradecimiento hacia el padrino que lo rescató de la ignominia y lo llevó hasta el mismísimo lugar en que podía destronarlo, el tradicional parricidio político. Haya sido por ingenuidad, optimismo, prudencia, temor o lealtad, Marcelo actuó con una generosidad inusual en nuestra clase política. Pregúntenselo a Gustavo Madero o a Ricardo Anaya.
En fin, seguidores y detractores deben coincidir en que Marcelo Luis Ebrard Casaubón ha sido un político hábil, poseedor de tantas vidas como un gato; así lo demuestran los hechos. Como ya se dijo, es un hombre con estrella, ello aunado a sus 57 años de edad recién cumplidos (10 de octubre), nos permiten imaginar que faltan algunos capítulos más en la historia de su vida, como diría el afamado columnista nacional Ricardo Alemán, al tiempo.
Otro sí: Medalla Belisario Domínguez para Gonzalo Rivas.
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