
Ciudad de México.- Un porcentaje de 42.42 por ciento de los hogares mexicanos son considerados clase media, en esos hogares vive el 39.16 por ciento de los mexicanos. Por su parte la clase alta representa sólo al 1.71 por ciento de los mexicanos y la baja aglutina prácticamente a seis de cada diez connacionales, quienes habitan el 55 por ciento de los hogares.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se puso a la tarea de aproximarse al perfil de la clase media mexicana en la primera década del siglo XXI, aunque este estudio no es definitivo, da buenas pistas de la realidad mexicana actual, con un 60 por ciento de la población en la clase baja.
Algunos elementos que caracterizan un hogar de clase media son: contar con al menos una computadora, gastar más de dos mil pesos mensuales en comidas y bebidas fuera de casa, contar con al menos un integrante asalariado formal, que la cabeza del hogar tenga educación superior, esté integrado por cuatro personas, los hijos estudien en escuela pública y que la casa sea propia o se esté pagando.
Por esas características es obvio que la clase media se concentra en las ciudades, en términos nacionales el 39.2 por ciento de los mexicanos pertenecen a este segmento, pero al hacer diferenciación entre el medio rural y el urbano, en el primero sólo el 26 por ciento es considerado clase media, en el medio urbano llega a 47 puntos.
Uno de los primeros elementos apreciables al comprobar las estadísticas de los distintos estratos sociales es que las clases bajas son más prolíficas, ya que la clase alta representa sólo el 1.71 por ciento de la población y habitan 2.5 por ciento de los hogares. Por el contrario el 60 por ciento de la población, que es clase baja, habita el 55 por ciento de los hogares mexicanos.
En el estudio se tomaron en cuenta factores cualitativos y cuantitativos, estos últimos priorizando la relación entre gastos e ingresos.
El Inegi señala que entre el 2000 y el 2010 la clase media tuvo un avance de 3.97 puntos al pasar del 35.2 al 39.16 por ciento de la población nacional.
Aunque se consideró que la clase media es un estrato de la población que tiene posibilidades del diez por ciento de caer a la clase baja, es difícil creer que esa clase media de 44 millones de mexicanos -de los cuales tres cuartas partes viven en ciudades- se encuentren en realidad tan alejados de la pobreza.
Tal vez se pueda contar con una computadora y otros aparatos electrónicos de punta en el hogar, pero su acceso a la salud depende más de un establecimiento con una botarga barrigona bailando a sus puertas, que de un servicio médico con las condiciones más adecuadas.
A ello hay que sumar la baja calidad de los alimentos que se pueden consumir en las ciudades, más aún en las de mayor tamaño, donde el estrés y el sobrepeso tienen a sus víctimas predilectas entre la clase trabajadora, elementos que tendrán consecuencias tarde o temprano en problemas de salud pública de niveles incosteables para un Estado escuálido.
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