A nivel mundial, uno de cada tres indígenas vive en pobreza, una proporción que en el caso de México es más elevada. En el año 2013 la Coneval reconoció que siete de cada diez indígenas viven en pobreza en nuestro país, y tres de cada diez en situación extrema. Esta proporción sólo es superada en el mundo por la que prevalece en la República Democrática del Congo, donde la relación es de 8.4 por cada diez, de acuerdo con datos publicados por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Son los más pobres de entre los pobres, y sin embargo hay una gran riqueza en la cosmovisión de nuestros once millones de indígenas y sus 62 grupos etnolingüísticos, una esfera desconocida para muchos, y que ha derivado en que sea limitada su presencia en los espacios de decisión formales, para incidir en la agenda pública de México.
Refiriéndonos a las cifras oficiales, por carencias sociales, al 81 por ciento de los indígenas le afecta la falta de acceso a la seguridad social; y el 59.7 por ciento padece por la ausencia de servicios básicos en sus viviendas, que consiste en drenaje, agua potable y electricidad. Esta realidad, aunado al hecho de que el 60 por ciento de su población vive en localidades con rangos de entre uno a dos mil 499 habitantes, representa un reto importante para garantizar la cobertura de estos servicios básicos, dada la dispersión.
De acuerdo al Censo Nacional de Población y Vivienda del Año 2010, las viviendas con agua entubada en localidades indígenas se proyectaron en 72.5 por ciento, mientras que en las de los no-indígenas, fueron del 93.3 por ciento. En lo que refiere al saneamiento, engloba una proporción del 63.6 y del 92.8 por ciento, respectivamente. Sin embargo, en las regiones tarahumara, huichol y huasteca, el déficit supera el 60 por ciento de las viviendas en cuanto al acceso al agua; mientras que en la mayo-yaqui, maya y Sierra de Juárez, éste no alcanza al diez por ciento.
En materia de gestión del agua, expertos ambientales como Eckart Boege Schmidt han documentado que los pueblos indígenas son los principales productores de agua en el país, por estar asentados en territorios clave, con índices de captación de lluvia elevados; y por su cosmovisión y el respeto que mantienen desde tiempos ancestrales con la naturaleza. Esto los ha convertido en agentes clave para la conservación de nuestros bienes ambientales.
Sin embargo, el marco legal de México en materia de pueblos indígenas y agua, apunta hacia retos importantes en su armonización y aplicación, toda vez que aunque hay acuerdos internacionales en los que está suscrito México y que refieren a los derechos naturales de los indígenas sobre los recursos naturales (Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales), no se cumplen en la práctica. Tomando en cuenta que el papel del Estado es velar por el interés de la mayoría, se restringen esos derechos. Incluso es mínima su representación en los consejos de cuencas (sólo en cuatro de los 26 consejos existentes), dado que es mayor el peso de usuarios específicos de interés como los grandes agricultores e industriales, y no hay un asiento oficialmente reconocido para los pueblos indígenas.
Por otro lado, la cultura del agua que para los urbanos se limita a cerrar la llave del grifo, o a utilizar una cubeta para lavar el automóvil, es de una visión mucho más profunda y amplia para nuestros indígenas: representa la vida misma, el sustento, la creación; el sentido de comunidad, y el vínculo con un poder superior. Ello sería un aporte importante para la concientización y la promoción de una nueva cultura del agua en México.
El hecho de que los pueblos indígenas aún sostengan condiciones precarias de salud, educación y servicios básicos, por debajo de la media nacional, conlleva una gran tarea pendiente en el cumplimiento de las Metas del Desarrollo del Milenio, no sólo en nuestro país, sino para América Latina, la región con un importante número de pueblos indígenas.
El acceso al agua limpia y a los servicios de drenaje y saneamiento es una tarea transversal del desarrollo y de combate a la pobreza, toda vez que trastoca las agendas de salud pública, seguridad alimentaria e igualdad de género. Además es un asunto de justicia social: ellos nos permiten tener agua limpia, y las ciudades se las devuelven contaminada. Además hay una gran carencia en la cobertura y en la calidad, si comparamos el acceso del que gozamos en las ciudades.
Por ello, trabajar en esta agenda es de urgente atención, estableciendo metas comunes con los tres niveles de gobierno, con los tomadores de decisiones, pero sobre todo con la participación e integración total de los propios pueblos indígenas. Todo lo anterior se ha convertido hoy en una asignatura pendiente de derechos humanos, de justicia social, y de inteligencia ambiental.
25 de noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Redes sociales progresistas, ¿el partido alternativo a morena?
Culiacán y el manejo de la comunicación en crisis
De la política a la práctica transversal de los Derechos Humanos en Michoacán
La dimensión social de la Iglesia según el Papa Francisco
Los valores en México, ¿cuáles? y ¿por quienes?
El arca del gusto en Michoacán
5 de agosto: Día Mundial del Agua Potable
El ocaso de la clase media en México
La factura pendiente con el medio ambiente
No sólo es prohibir las bolsas de plástico…
Buenavista no es tierra de nadie: Gordiano Zepeda
Nuevos tiempos, nuevos actores
Cuarta Transformación y Revolución 4.0
Austeridad republicana y política exterior
El amor en tiempos de internet
De la misoginia en el ejercicio periodístico
El mito de la privatización por las reservas del agua en México
Votar como un acto de valentía
De subjetivos y tristes nómadas el debate presidencial
¡Chanfle! Y ahora… ¿quién podrá defendernos?
De entre los más pobres: Santa María Zaniza, Oaxaca
Un vistazo a los ciudadanos-clientes
Los millones del PEF 2018 ¿hacia dónde?
Los cuatro jinetes del Apocalipsis en la agenda ambiental
Del feng shui a los Atlas de Riesgos
El costo de no invertir en el agua en México
Controlar lo incontrolable: del reino de la TV al Smartphone
La doble cara de la minería en México
Una mirada al agua con ojos de mujer
El valor de lo simple y ordinario
Voces de conciencia por el Lago de Cuitzeo
Movilidad social y discriminación en México
El reto de ser hoy municipio en México
El gran reto del agua desde lo local
Crisis del Estado y gobernanza
La discriminación por el agua en México
Planear sosteniblemente a México
¿Qué tienen en común United y Michoacán?
¿Un nuevo orden internacional?
De la mediumnidad al New Age en la clase política mexicana
¿Cómo medir la salud mental de los líderes políticos?
La vía de las mujeres en México y el mundo
El paradigma del gobierno del agua en México
El modelo de hidro-diplomacia entre México y Estados Unidos
La seguridad humana en el renglón de la democracia
Comida orgánica, ¿sólo para las élites?
¿Reviven la Ley Korenfeld en San Lázaro?
Crecimiento de las exportaciones agrícolas en México, sí, pero no sin agua
Calidad democrática y crisis de legalidad en México
¿Aires de esperanza para la agenda ambiental?
Día Mundial de la Educación Ambiental
Pensar globalmente y actuar localmente en el agua