
No debiera extrañar a nadie el comportamiento y conducta actual de los miembros del Poder Legislativo, ni tampoco de aquellos que sexenio tras sexenio se han mantenido adheridos en las esferas de los diferentes gobiernos nacionales y estatales para chuparnos la sangre. Por eso, los tres poderes de los Estados Unidos Mexicanos, con sus raras excepciones, han conformado un nuevo estado: los Estados Hundidos Mexicanos.
Legisladores de todos los partidos políticos, autoridades municipales y gobiernos de los estados (ahora también los que se dicen autoridades independientes) colaboran positivamente para incrementar la desfachatez, la pobreza, la criminalidad y la acumulación y concentración de la riqueza en unas cuantas manos, y todas juntas, como la lava que descargan los volcanes, viene fundiendo la credibilidad nacional, incrementando el desinterés social y destrozando sobre todo a las clases más necesitadas.
Por eso me llama la atención el senador de la República Armando Ríos Piter, que recientemente mostró su inconformidad por la forma de conducir la sesión última del Senado de la República, desafortunadamente muy distante de aquella Cámara que condenara actitudes como la del chacal Victoriano Huerta hace casi un siglo.
El senador de referencia dio a conocer que su bancada (la del PRD) y él mismo estaban muy molestos, enojados o encabr%&@ ( como quiera llamarle el lector) por la inadecuada, impositiva y tramposa forma de conducir la sesión ordinaria de esa parte del Poder Legislativo, que llevó a la modificación de transitorio artículo de una reforma a la Constitución que viene a favorecer aún más la clase poderosa, ya de por sí privilegiada. Desde luego que el populacho (en el que me incluyo) conoce que ese atraco camaral va a beneficiar mayormente a quienes impulsaron y con su dinero llevaron a Los Pinos a Enrique Peña Nieto. Desde luego que Ríos Piter, junto con sus compañeros legisladores de ambas cámaras, han sabido desde siempre que cuando se dan los apagones, sean analógicos o eléctricos, es porque en el ambiente hay muchos intereses oscuros.
Los senadores del grupo del partido que ya debiera llamarse de la ex Revolución Democrática, padecen o sienten una molestia grave (Armando Rios dixit) por el cómo los senadores progubernamentales se han ido involucrando no en los verdaderos asuntos importantes sino en los grandes negocios que este apagón provocará.
En asuntos de política, no todo es sobriedad, sino que abundan los protocolos aburridos y los discursos que serían de reírse si no fueran tan trágicos. Por ejemplo, a principios del gobierno de Enrique Peña Nieto se realizaron importantes modificaciones en materia energética, con la aprobación o disimulo de quienes mal han venido administrando lo que queda del Partido de la Revolución Democrática.
Entre los meses de agosto-septiembre de 2013, con la anuencia total de los Chuchos, el país entró a un apagón económico sin que sus actuales dirigentes y legisladores hayan manifestado enojo alguno y por el contrario, servilmente apoyaron las reformas que han continuado hundiendo tanto a la Comisión Federal de Electricidad como a Petróleos Mexicanos, industrias nacionales que ya casi están al borde de la inacción y lamentablemente próximas a su desintegración.
Todas las reformas realizadas en los últimos sexenios, pero principalmente en estos tres últimos, han provocado un apagón, pero económico, y catapultado hacia el vacío infinito los bolsillos de la mayoría de los mexicanos, pero en contraparte, robustecido ciertamente las arcas de quienes controlan ahora las numerosas compañías prácticamente regaladas a los zares capitalistas que más lana harán con estos apagones de las industrias ex nacionales.
¡ México y el misterio del oro perdido !
¡Guachicoleros y guachiculeros!
¡Despacio Andrés Manuel... que vas de prisa¡
“Reconstrucción o refundición” ¡El perdere¡
De huracanes 'el más peligroso en el Hemisferio Norte'
Dos tipos de cuidado (Felipón y Chente)
¡Ponen alas en sus pies¡ Los miserables peregrinos
¡En 1988, nace¡ ¿en 2018, lo enterraran?
Para desandar el camino ¡hay tiempo Silvano¡
Los soldados al cuartel y los marinos a la mar
¡Lo que nos cuesta él que se va!
¡RIP AL PRD! ¿Lo querrán como socio?
Senadores y diputados... ¡Hay que martillar y burilar o cincelar!
La doctrina Estrada y la mano que mece la cuna
La guerra de las drogas, tan tan o batin tín
Lo que sigue no será peor de lo que ha pasado...
De globos de Cantoya y pronósticos boxísticos
Los suspirantes y Porfirio Díaz
¡Poderoso caballero...! Rico Mac Pato
La consigna, todos contra AMLO
En la guerra electoral, Peña nieto se sube al ring
¡Los mexicanos somos “mucha cosa”!
¡Huy que miedo... ahí vienen los rusos!
De sentimientos y sufrimientos, ¡ser o no ser!
¡Buscando una sombra que los cobije!
¡Sufragio efectivo, no reelección!
Andrés Manuel López Obrador, ¡el gallo a vencer!
Collares de flores para los elegidos
Torpeza política, ¿qué necesidad?
¡Aspiran, suspiran y tiemblan!
¡En jamelgos van, lanza en ristre!
Los jóvenes: esperanza de la humanidad
Uno grande y el otro enano (mosqueteros y jamelgos)
¿Se hunde el PRD, se fortalece el PAN?
Escuchar el ruido del silencio
Desvergonzados y desnacionalizados
Dilma, de la cárcel a la Presidencia
¿Por qué y para qué?, sin respuestas
Las orejas muy, pero muy grandes. ¿Cuánto muertos más?
Solalinde y el padre Concha Malo
¿Juicio político al presidente?
De torpezas, de muros y de miedos
En el último tercio de la corrida
Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario
Cambiar para no cambiar, ¿gatopardismo en Michoacán?
Gastan la pólvora en infiernitos
Míster Rico McPato o el tiro por la culata
¡Los muertos no se olvidan!, 1968
Otro peñasco acertado… en la economía de los mexicanos
¡Con el mar de fondo, de fracaso en fracaso!
Sorpresa, el reconocimiento de Cambio: Cemeí
Por kilo y por montón, no por libras
Los poderosos y los miserables
¡Habrase visto tal desvergüenza!
Otro paso más y Pemex, al Infierno
La desviación conduce al error, ¡hay que escuchar!
¡A media asta la Bandera Nacional!
¿Del dreamliner al militarismo?
Centenario de la Constitución, ¡nada qué celebrar!
De la dictablanda a la dictadura
El capo de capos y la economía nacional