Hace unas semanas tuve la oportunidad de conversar con el regidor Édgar Pérez, presidente de la Comisión de Igualdad, Inclusión y Diversidad Social de Pátzcuaro; con él comentamos la importancia de impulsar acciones para promover el desarrollo y/o creación de la conciencia social y trabajar principalmente para evitar que las mujeres, las niñas y las adultas mayores vivieran violencia; además precisamos que esta acción podría quedar perfectamente enmarcada con el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.
Le propuse que podría ser importante la generación de un día para evitar la violencia de género, con un enfoque mucho más amplio, que abarcara cuestiones de igualdad, de desarrollo, de paz para la convivencia.
Hace unos días apenas le propuse al regidor Édgar Pérez someter a consideración del pleno del Cabildo un punto de acuerdo para aprobar el Día Municipal para el Desarrollo, la Igualdad, No Violencia y Paz de la Mujer Patzcuarense.
En las reflexiones que se utilizaron para justificar la propuesta de punto de acuerdo fue que era importante alinear las conmemoraciones internacional, nacional, estatal y municipal en fechas significativas, sobre todo cuando se trata de visibilizar problemáticas sociales, de salud, de violencia, de desarrollo y de carácter económico relacionadas con la mujer, toda vez que este segmento de población representa más del 50 por ciento de la población total.
Entre los elementos de diagnóstico que compartimos está que la violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos que se castiga pero que deja secuelas entre las víctimas directas e indirectas, la violencia contra la mujer es consecuencia de la discriminación que sufre, tanto en leyes como en la práctica, y la persistencia de desigualdades por razón de género; la violencia contra la mujer afecta e impide el avance en muchas áreas, incluidas la erradicación de la pobreza, la lucha contra el VIH/Sida y la paz y la seguridad; en Michoacán datos del Coesida expresan que de cada cuatro personas infectadas y registradas una es mujer; la violencia contra las mujeres y las niñas se puede evitar. La prevención es posible, esencial y es una tarea que debe apoyar el municipio; la violencia contra la mujer sigue siendo una pandemia global pues hasta un 70 por ciento de las mujeres sufren violencia en su vida.
La violencia intrafamiliar, en algunas zonas de Pátzcuaro, alcanza datos que preocupan a las autoridades; La violencia requiere de fortalecer las políticas públicas de género para la transformación de las prácticas androcentristas y de sometimiento del hombre contra la mujer por la de una mayor participación con igualdad, y la violencia limita la convivencia para la paz y ello genera barreras infranqueables para que las mujeres puedan acceder a mejores condiciones de desarrollo social y humano, así como también económico y de mejora de la calidad de vida.
La primera pregunta fue por qué instaurar un Día Municipal para el Desarrollo, la Igualdad, No Violencia y Paz de la Mujer Patzcuarense, la respuesta no es fácil, es compleja pero advierte la importancia de crear y desarrollar la conciencia social para desterrar la discriminación y promover la cultura de la igualdad, para la promoción de la convivencia para la paz social, de impulsar acciones para la plena participación social y económica de la mujer patzcuarense, que en conjunto permita ir desterrando la violencia contra las mujeres. Sin la promoción y desarrollo de la conciencia social de la población a favor de las mujeres para evitar la violencia no se podría mejorar sus condiciones de calidad de vida, de esperanza de vida, su mejor participación en el desarrollo humano, en la pertenencia colectiva, en el tejido social, en el nivel económico, en la posibilidad de protección contra riesgos y de elegir un proyecto para la igualdad, como para la libertad personal, colectiva, social.
De la violencia y discriminación dan cuenta datos estadísticos, indicadores, índices de desarrollo, sentencias judiciales, resoluciones, inaccesibilidad, violencia, acoso contra las mujeres. Hasta hoy, y desde antes de constituirse como nación, México ha vivido numerosos procesos a través de los cuales se trató desigualmente a la población a partir de la discriminación; aquí mismo, en Michoacán, la población indígena continúa viviendo ese proceso de exclusión que en mucho violenta sus derechos humanos, principalmente de mujeres, de niñas, y también de mujeres adultas mayores y de mujeres con discapacidad.
Por largos años, en la ley, en la organización social, política y económica, en códigos de conducta formales e informales, en la distribución de los recursos y en los mensajes mediáticos (de la población y de sus gobernantes), creamos y reproducimos distinciones y exclusiones sistemáticas, desventajosas, injustas y normalizadas contra las mujeres. Pero nuestra historia también es la del país que tiene la igualdad como horizonte y hoy el Ayuntamiento de Pátzcuaro tiene el propósito de cerrar las brechas asimétricas de desigualdad no solamente en materia de violencia contra la mujer, sino también en oportunidades para mejorar sus condiciones de trabajo, de educación, de salud, que permitan una mejor convivencia para la paz social y a la vez que se genere un desarrollo sin violencia.
Entre 1810 y 2015 han sucedido múltiples cambios en nuestra sociedad, pero pese a ello no se ha erradicado la discriminación a la mujer, la desigualdad en la diferencia de trato social ni las diversas formas de segregación que en muchas ocasiones concluyen en violencia y falta de oportunidades.
Esta es la razón por la cual la reforma constitucional de 2001 inscribió en el párrafo tercero del artículo 1° de la Constitución la prohibición expresa de la discriminación junto a la de la esclavitud; también con la reforma constitucional de 2011, en materia de derechos humanos, la perspectiva de igualdad y no discriminación quedó asumida como eje central de nuestro marco legal. Para que la mujer alcance una vida sin violencia requiere asumir en la práctica la igualdad, en el imaginario de la población debe quedar el principio de igualdad entre el hombre y la mujer.
La violencia, el ejercicio del poder y la discriminación para las mujeres alimenta y perpetúa la desigualdad social, afecta el tejido social, es un ancla para el desarrollo económico, un lastre para la democracia y un mecanismo de desprecio y minusvaloración.
La violencia y la discriminación es una práctica sistemática, injusta, irracional, ilegal y normalizada que mucho daña a nuestras familias y, por ende, a nuestra sociedad; de ahí la importancia de trabajar en el desarrollo y creación de la conciencia social tanto de la población como de los gobernantes para sentar las bases de la igualdad entre hombres y mujeres, de evitar la violencia, de profundizar su participación en el desarrollo y de impulsar la convivencia para la paz social, que es uno de los compromisos de este Ayuntamiento democrático.
No podemos pensar que una agenda contra la violencia de la mujer será posible si es que sus gobernantes no ponen con su ejemplo una actitud recta aislada de la impunidad y la corrupción y, por otro lado, si la población no logra concretar una filosofía de respeto a la dignidad humana de las mujeres y las niñas en un marco de tolerancia y de aceptación de la igualdad.
El Pátzcuaro democrático que queremos ser, y que está definido legalmente a partir de la Constitución federal y local para Michoacán y de sus leyes secundarias y municipales, no puede intentar defender con resistencia una gran red de usos y costumbres, códigos de conducta, sistemas y procesos que sostienen privilegios que arraigan la desigualdad de trato en contra de la mujer.
Para llevar a Pátzcuaro al horizonte de la igualdad, la no discriminación, la no violencia, el desarrollo y la convivencia para la paz, debemos concretar una sociedad en la cual la mujer se sienta acompañada de la autoridad para la defensa de sus derechos; una autoridad que combate la violencia y desigualdad con mejores leyes y políticas públicas, pero principalmente que a través de esta conmemoración impulsa un cambio de cultura social, un cambio a los procesos y sistemas que obstaculizan, niegan y afectan el proyecto de vida de las mujeres patzcuarenses.
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